lunes, 4 de agosto de 2008

Niños “buzos” viven entre la basura y olores nauseabundos



HAINA/Rep.Dom-.- Los ojos expresivos en el rostro del niño se anegaban con el sudor que corría hasta su cuello, mientras sus cortas piernas se hundían entre montañas de basura, sin importarle que el humo formara cortinas e hiciera irrespirable la atmósfera a su alrededor.
Para él, con 8 años, los días son como los de los hombres: bajo un sol implacable desgranándose sobre su cuerpo, sumergido en el mar de desperdicios, hundiendo sus brazos curtidos y buscando un pedazo de hierro o de aluminio para luego venderlo y “picar¨ parte de los chelitos, que son su salario. Es un drama antiquísimo. Ya desteñido, pero latente.
William no está solo en su tarea de “bucear” en ese océano de inmundicias acentuadas con el humo de un incendio que nadie ha podido controlar desde hace más de dos semanas en el vertedero de Haina.
En su rutina de subsistencia diaria lo acompañan Anderson, de 12 años, y Esteban, de 11.
Viven en el barrio El Cacique, un rancherío improvisado por la desesperación de hombres y mujeres que, de igual forma, se buscan la vida recogiendo restos de artículos, restos de ropas y electrodomésticos, y todo lo que es depositado por los camiones cargados con los desechos de las industrias, comercios y viviendas.
William, con una mirada vivaz, dice a los periodistas: “Nosotro bucamo jierro, metal y aluminio y lo vendamo”.
El niño, el menor de los tres protagonistas de esta historia, es quien habla más abiertamente. Añade: “nosotro le vendemo a un hombre que se llama Maguí y él paga”.
Anderson, el mayor, dice que estudian en la escuela Juana Abreu de El Cacique y ayudan a sus padres con el dinerito que obtienen por trabajar durante horas, entre alimañas y riesgos de enfermedades jamás ponderadas ni por sus padres, ni por las autoridades.

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