lunes, 13 de abril de 2009

La vida es un circo

Carmen Alarcon/edlp
Nueva York — El tren del circo The Ringling Brothers es la ciudad rodante más larga del mundo. En sus vagones viajan a más de 200 artistas, una veintena de animales, un colegio y una guardería infantil. Esta ciudad ambulante recorre todo el país sobre rieles y hasta tiene su propia oficina postal.
La vida de los payasos, acróbatas, domadores y sus familias transcurre entre funciones de 215 minutos cada una. Su hogar es el tren, su familia los artistas que vienen de todos los rincones del mundo. Su rutina trascurre entre luces y cambios de disfraces que se producen entre el escenario y detrás de él.
Es una forma de vida que se lleva en la sangre y, a su vez, una manera de ver y entender la vida. De esto dan testimonio dos de los hispanos que llevan en el circo toda su vida.
“Yo, nací entre función y función”, cuenta Iván Vargas, de 18 años. Sus padres son artistas mexicanos que una que vez llegaron al circo, nunca lo dejaron. Allí, en la ciudad sobre rieles, en medio de presentaciones criaron a sus hijos en el seno de la familia del Ringling Brothers.
“Cuando nací, el hospital se llenó de payasos y bailarinas, desde entonces el circo es mi familia”, explica Vargas.
El chileno Tabayara “Taba” Maluenda es sexta generación de artistas de circo. Su trabajo en el Ringling Brothers es de domador de caballos y tigres.
“Lo fascinante de lo que hago lo heredé de mi familia”, asegura Taba y explica que su sueño, desde los 13 años, siempre fue trabajar con el Circo Ringling Brothers.

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