jueves, 26 de mayo de 2011

Abundan niños hambrientos en rincones aislados de Haití.


FURCY, Haití/AP.- Allí donde los caminos se transforman en senderos, los socorristas estacionaron sus motocicletas y siguieron a pie, cuesta arriba por un sendero montañoso tan empinado que no podría ser recorrido en mula. Arriba, en un claro desde donde se ve la capital haitiana, encontraron lo que buscaban.

Dos niños con ojos vidriosos junto a una choza de barro y madera. Tan livianos que aparentan la mitad de su edad, pero con cabellos grises como consecuencia de la desnutrición, que los hace ver casi ancianos.

"Parecía que estaban a punto d emorir", relató Hilaire Etienne, una de las voluntarias de una organización de asistencia bautista. "Eran piel y hueso".

La desnutrición es un problema de vieja data en Haití, un país donde extremadamente pobre, con alto desempleo y una producción agrícola ínfima. La UNICEF dice que la desnutrición es responsable del 60% de las muertes de personas de menos de 18 años y se calcula que un 30% de los niños haitianos padecen de desnutrición crónica, lo que frena su crecimiento.

Trabajadores del campo de la salud creen que hay miles de niños como Jameson y David Paul, los dos hermanitos hambrientos hallados en Furcy, que están aislados y no son alcanzados por las operaciones de asistencia humanitaria que tienen lugar a pocos kilómetros, en la capital.

Las cosas pintan mejor para los hermanos Paul ahora gracias a los esfuerzos de la Misión Bautista Haití, que busca niños hambriendos en áreas remotas y los alimenta. Etienne y su compañero, Michel Raphael, ganan unos 75 dólares mensuales buscando niños en las montañas y en las plantaciones de banana. Portan vitaminas, vacunas y una pequeña balanza para pesarlos.

En el interior de Haití, los niños tienen siete veces más posibilidades de estar desnutridos que los de Puerto Príncipe y otros centros urbanos, según Mohamed Ayoya, director de nutrición de la UNICEF en Haití. No es fácil llegar a ciertas zonas remotas porque muchas carreteras están dañadas o son accesibles únicamente a pie, lo que dificulta la entrega de alimentos.

La Misión Bautista Haití comenzó a funcionar hace 68 años y es una de las organizaciones caritativas más viejas del país. Pero no es la única que trata de localizar niños hambrienteo. Partners in Health, agrupación estadounidense, lo viene haciendo desde hace años, lo mismo que la UNICEF, que planea una campaña con el gobierno en la región de Grande Anse, en el extremo occidental, para investigar versiones de un aumento en la desnutrición.

El hambre es uno de los temas en los que prometió enfocarse el nuevo presidente electo Michel Martelly, quien se propone revitalizar el sector agrícola, devastado por la deforestación y por la importación de alimentos a precios bajos. Buena parte de la vegetación del país ha sido destruida porque la genta árboles para fabricar carbón.

Rapahel dice que le complace toda la ayuda que ha llegado desde que un terremoto destruyó la capital el año pasado, pero se lamente que esa asistencia no arriba a las montañas.

"Llega mucho dinero, pero los campesinos de mi región no ven nada de eso", expresó Raphael, un hombre de 35 años que decidió seguir los pasos de su padre y trabajar en el campo de la salud.

La mañana en que ella y Etienne encontraron a los hermanitos Paul, se habían levantado al amanecer, se abrigaron con chaquetas para combatir el frío de la montaña y llevaban consigo vacunas masticables para la fiebre tifoidea y el tétano. También tenían una balanza portátil. Le gente los trataba como "doctores", pese a que no lo son.

Golpeaban las puertas de las casas y le pedían a sus ocupantes que les permitiesen pesar a sus hijos. Algunos pequeños se treparon a árboles de plátenos por temor a las vacunas.

Consiguieron pillar y pesar a uno: nueve kilos (20 libras), muy por debajo de lo que debería pesar un muchacho de su edad.

Una hora más tarde, encontraron a los hermanitos Paul brothers, Jameson, de seis años, y David, de cuatro. Tenían cabello canoso, como los ancianos, y estaban siendo criados por sus abuelos, ya que su madre los abandonó y se fue.

Etienne y Raphael les dieron vitaminas y papas que cultivaron en sus propios jardines.

"Veo a estos chicos y veo a los míos, y sufro", dijo Raphael, quien está casado y tiene dos nenas y un varón.

La abuela de los niños, Sentina Estime, dice que sufren de una picazón constante, un signo de desnutrición.

"Les pica todo", expresó Estime. "Tienen que ver a un médico, pero no puedo llevarlos porque yo tampoco estoy bien de salud".

Etienne y Raphael prometieron regresar en un par de semanas con más vitaminas y papas.

"Hacemos lo que podemos", señaló Etienne.

Acto seguido empacó la balanza y con su compañero salieron en busca de más niños hambrientos.

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